2.8.08


Imagen y Prestigio.


Vito Zúñiga*


La imagen y el prestigio, en el ámbito profesional, se han convertido en elementos de gran importancia, como medios para atraer la atención de la persona a quien se pretende llegar. Para la solicitud de la prestación de servicios, la elección del prestador e incluso para los factores directos o indirectos en el desempeño del servicio, resulta de gran importancia la imagen y el prestigio, dejando al conocimiento, la experiencia y la responsabilidad como “un volado”, algo que descubrirá con el tiempo quien optó por la imagen que llamó su atención. En la actualidad nos dejamos impresionar por la imagen (no es excepción de nadie en absoluto) de cualquier persona que aparenta prestar un servicio profesional, del nombre de una empresa o hasta por el domicilio de su oficina. La mejor actividad para entender este tipo de ideología es la abogacía, desde el estudio así como el ejercicio profesional, donde encontramos el prestigio.
En la actualidad, la educación privada tiene un mayor prestigio respecto de la educación pública, simplemente por sus instalaciones, programas avanzados de educación, equipos especiales para aprendizaje de ciencias particulares, espacios recreativos, diversidad de actividades extra escolares y una mejor preparación de los profesores; y que lo anterior nos hace suponer una mejor calidad del alumno que se gradúa de una escuela privada. En lo particular, nuestro país no se ha destacado por su nivel de educación, ni por la inversión económica en la misma o programas exitosos para mejorar su calidad, por lo que damos otro punto a la educación privada. Todo lo expuesto anteriormente puede hacernos pensar que la educación privada tiene mejor calidad que la educación pública, y en teoría es así, pero el esfuerzo y la dedicación del estudiante, independientemente del tipo de educación recibida, es lo que prevalece como su nivel de preparación a final de cuentas, como debe ser. La razón de introducir en el tema la educación privada y pública no es para recordar viejos tiempos y las ventajas o desventajas de la escolaridad, sino para ser claros en la comparación de circunstancias, “las comparaciones no son buenas pero nos ayudan a entender mejor”, donde empezamos a observar los primeros destellos respecto al prestigio y la imagen.
Durante el estudio de la carrera profesional, como alumnos de Derecho, comienzan a enfrentarse con una larga gama de discriminaciones, injusticias escolares y cierto desprestigio injustificado. El estudiante de Derecho se enfrenta día a día con la discriminación del típico maestro que durante una exposición dio mejor calificación a quien mejor imagen vendió, respecto de quien mejor se preparó, situación que afortunadamente no es regla general de los profesores de las escuelas y puede ser moderada incluso por acción grupal de los estudiantes. La discriminación más común que hay dentro del alumnado es respecto la manera de vestir, pues independientemente de las posibilidades económicas o preferencias individuales, y desde un punto de vista particular, esto no debe ser pero no se puede evitar, por la mentalidad de toda la vida y que muchas personas comparten respecto a la imagen, pues quienes creen “estar a la moda” o “tener mejor presentación” en la mayoría de los casos hacen crítica a quienes no están en las mismas condiciones y la encasilla de inferior, y peor aún, hay algunas personas que supuestamente están “fuera de moda” que se creen esta patraña. Respecto a la imagen se llegan a hacer fama, aspecto social que le puede llegar a costar oportunidades a muchas personas. Si la persona “fuera de moda” no le da la importancia que no merecen estos aspectos y se concentra solo por su preparación académica, habremos de tener a una persona debidamente preparada, pues estos malestares sociales llegan a influir desde la seguridad propia y para desenvolverse en la sociedad de una persona hasta la aceptación que reciba de las personas involucradas o relacionadas con su diaria actividad.
Al graduarse el estudiante de Derecho, se inclinará por una o varias ramas de la ciencia en particular y comenzará a trabajar como abogado (individualmente, asociado con otro abogado, en un despacho de abogados o de una empresa) o dentro del sector público en busca de un buen cargo que le proporcione una mejor calidad de vida. En los casos donde tiene que solicitar el puesto o ganarse un lugar, al no contar con la experiencia su educación, la presentación, la habilidad verbal y las relaciones públicas que tenga se convierten en las consideraciones para la elección. En un caso de igualdad de circunstancias entre dos solicitantes donde no prevaleciera la presentación, la habilidad verbal y las relaciones públicas (aspectos que en casi todos los eventos de esta naturaleza prevalecen), la escuela con mayor prestigio de cualquiera de los estudiantes influirá determinadamente en la elección de la persona para el puesto vacante. De aquí inicia la observación respecto al prestigio de la educación privada en contra de la pública o directamente de la institución educativa, también equiparable con cierta discriminación, al ser una presunta y no demostrada mejor preparación académica del graduado. Este tipo de eventos desmeritan a la educación pública, donde la mayoría de los estudiantes ingresan por no contar con los medios suficientes para pagar la educación privada (otra vez nos vamos con la idea del presunto prestigio de la educación privada). Independientemente de las características educativas que tengan la educación privada y la pública, considerando una igualdad de circunstancias prevalecerá en la mayoría de los casos la escuela de mayor prestigio. Afortunadamente, existen casos donde las instituciones de educación pública tienen un mayor prestigio respecto de las privadas.
Una vez que el estudiante ya se ha graduado y se convierte en un licenciado en Derecho y comienza a ejercer su carrera, su preocupación se convierte en adquirir experiencia y, aún más importante, buscar vender sus servicios profesionales a través de la imagen que pueda presentar ante posibles clientes. Esto es lo más importante ya que, lamentablemente, el cliente se convierte en la fuente de trabajo que provee los ingresos para lograr mejorar su calidad de vida. El medio ideal para lograr vender sus servicios siempre será la imagen, aquí unida con la fama que le den sus clientes u otros abogados, estos que lo recomienden a sus clientes para realizar determinadas actividades, a través de la calidad de su servicio o por simple amistad. A través de la imagen lograrán atraer clientes, “Ganar un cliente puede resultar en diez clientes más, perder un cliente puede resultar en perder hasta cien”. Esto lo entienden de maravilla los despachos corporativos de abogados (“firmas”), pues simplemente invierten mucho en su imagen personal y como firma, ya que la mayoría de sus clientes son empresas y, económicamente hablando, es un nivel más alto de clientela y obviamente de servicio a prestar, habrá de suponerse. La competencia entre abogados que trabajan por cuenta propia con abogados de firmas, es simplemente horrible observar los resultados, pues quienes cuentan con mayor poder adquisitivo acudirán con la firma con el supuesto prestigio solo por la cualidad de conjunto de abogados, y quienes tengan menor poder acudirán con el abogado que trabaja por cuenta propia, por lo que se presenta de nueva cuenta la elección en razón del prestigio. La calidad del servicio la descubrirá el cliente una vez haya obtenido los resultados del servicio que se le prestó. La disputa es un poco más justa entre abogados con las mismas condiciones (ya sea ambos por cuenta propia o bajo el nombre de una firma), pues influirá un poco el domicilio de su oficina, pero lo que apantallará al cliente será la imagen personal como un principio y después el desenvolvimiento que tenga sobre sí mismo y sobre la prestación de su servicio, definitivamente.
Lamentablemente la imagen es un factor demasiado importante para el desempeño de la actividad de la abogacía y aunque podemos decir que esto es injusto, que debe cambiar, que hay que hacer algo…sólo reflexionen…como personas, lo practicamos todos los días, desde la elección de artículos personales, restaurantes, la primera impresión al conocer personas, escolaridad, domicilio, al solicitar un servicio profesional (si no nos detiene el poder adquisitivo, optamos por el más caro por suponer mejor calidad servicio) e incluso hasta para elegir amistades. Esto es una situación injusta desde todos los sentidos, pero así es y no creo vaya a cambiar jamás, pues naturalmente el hombre es curioso y optará por lo que atrapé su curiosidad, buscará el servicio mejor recomendado y de mayor prestigio (deseos naturales de tener lo mejor), ante tanta competencia comercial hay que llamar la atención de cualquier manera, hasta para conseguir novio(a) o algún trabajo una persona pretende tener una buena presentación/imagen para atraer la atención.
De cierto modo, es grato saber que la experiencia, la responsabilidad, el conocimiento y la calidad de servicio, si es preocupación de los prestadores de servicios, quienes logran atraer la atención mediante la imagen y el prestigio…pues defraudar al cliente afectará la imagen y fama que tienen. Por lo que también encontramos lo bueno de tener una imagen, prestigio y buena fama… el compromiso y la responsabilidad de cuidarles prestando servicios con la mejor calidad posible al cliente.

* Estudiante del Octavo semestre de la Licenciatura en Derecho. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez